Antes de la llegada del otoño, cuando aún paseábamos en manga corta y dormíamos sin arroparnos, el peque empezó con mocos. Todavía no había cumplido ni tres meses y ya estábamos con el suero fisiológico y el ventolín, que fue lo primero que le recetaron para su primer "catarro". Así pasaron los días y no mejoraba en absoluto, aunque al no escuchar ruido en el pecho le retirábamos el salbutamol. Los primeros quince días se hicieron eternos, pues empezó a dormir mal y cuando lo hacía sus ronquidos no nos dejaban descansar a su padre ni a mi. Varias veces acudimos a Urgencias porque pensábamos que se ahogaba con tanto moco pero los tratamientos volvían a ser los mismos: ventolín si tose mucho, algún corticoide y suero fisiológico antes de las tomas (aún estaba con pecho).
Cuando cumplió cuatro meses, ante el estancamiento en la curva del peso (nació con 3.700), nos aconsejaron introducir cereales en su dieta pero su peso no aumentaba demasiado, pues empezó a vomitar más de la cuenta y tampoco le vacunaron en ese "estado mocoso" por si empeoraba.
Buscando y buscando información di con un diagnóstico previo: tiene reflujo gastroesofágico. Todos los síntomas coincidían con lo que le pasaba al "enano" y ni corta ni perezosa fui a su pediatra y se lo dije. Me hizo un volante para la especialista en Digestivo Pediátrico, que resulta solo hay una persona para toda una provincia con lo que la espera ha sido de la mitad de la vida de mi hijo (desde los cuatro a los ocho meses).
Buscando y buscando información di con un diagnóstico previo: tiene reflujo gastroesofágico. Todos los síntomas coincidían con lo que le pasaba al "enano" y ni corta ni perezosa fui a su pediatra y se lo dije. Me hizo un volante para la especialista en Digestivo Pediátrico, que resulta solo hay una persona para toda una provincia con lo que la espera ha sido de la mitad de la vida de mi hijo (desde los cuatro a los ocho meses).
Mientras tanto, seguíamos buscando las posibles causas de esos síntomas, pues todavía nadie nos había dicho nada seguro. En enero un pediatra nos alertó de la posibilidad de alergia a la proteína de la leche de vaca y compramos una leche especial además de pasar yo una semana sin ingerir lácteos, pues seguía con lactancia materna. Seguía más o menos igual pero le hicieron pruebas cutáneas de alergia por si las moscas y nada, NEGATIVO. El niño estaba perfecto pero era "una fábrica de mocos". Tengo que confesar que hasta hubiese preferido que tuviera esa dichosa alergia con tal de dar con la causa.....
Hace unos días nos dio un buen susto, pues empezó con fiebre y más vómitos de lo habitual, además de quedarse pálido, desvanecido y con los ojitos "idos". Corriendo al hospital, por fin le hicieron todo tipo de pruebas que salieron estupendamente. Solo tenía un virus, por el que ahora estamos pasando todos en casa pero que con su debilidad le afectó más de la cuenta. Sin embargo, su problema de base seguía latente y la cita con el especialista llegó coincidiendo con su ingreso hospitalario. Y allí, esa magnífica profesional que trabaja a destajo para atender tanta demanda, nos confirmó nuestra sospecha: tiene reflujo y hay que tratarlo.
Seis días lleva con el tratamiento y tres sin vomitar nada. Y yo más contenta que unas castañuelas a pesar de saber que nos quedan unos mesecitos para que esto remita y veamos al enano más feliz que una perdiz.
www.reflujoenninos.org/
http://www.aepap.org/familia/reflujoge.htm
Seis días lleva con el tratamiento y tres sin vomitar nada. Y yo más contenta que unas castañuelas a pesar de saber que nos quedan unos mesecitos para que esto remita y veamos al enano más feliz que una perdiz.
www.reflujoenninos.org/
http://www.aepap.org/familia/reflujoge.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario