Cuando nuestros bebés lloran siempre buscamos una causa, algo que justifique el porqué de ese comportamiento para no creer en lo que en realidad muchas veces sucede y es que el "enano" es simplemente un plasta y no tiene más motivo que ese para quejarse.
Sin embargo, las madres y a veces (pero menos) los padres, buscamos información sobre lo que puede pasarle en función de la edad que tiene y la verdad es que suele coincidir con algún momento clave de su desarrollo. Así, cuando tiene tres meses se dice que llora más porque puede estar atravesando por una de sus primeras "crisis de crecimiento" y por ello necesitan más alimento y se despiertan más a menudo de lo que venían haciendo hasta entonces; a los cuatro puede que estén brotando los dientes y de ahí que se comporte algo peor o esté más irritable; a los cinco aprende a darse la vuelta y entonces quiere practicar también de noche; a los seis quizá ya sí que asomen esos dos dientes inferiores y eso era lo que le tenía inquieto; a los siete...el libro gordo de Petete y entre los ocho y los nueve meses, que es donde yo me encuentro ahora, llega la llamada "angustia de separación" o "angustia de los ocho meses".
Esa etapa, dicen los expertos, es un momento en el que los bebés son conscientes de que son seres independientes de la madre y surgen los temores de que ésta les abandone, de ahí a que empiecen a extrañar a las personas que no conocen o ven a menudo y tornan su hasta entonces habitual sonrisa a un llanto o un puchero cada vez que alguien se les acerca más de la cuenta. Además, siguen a la madre con la vista allá donde va y le alza los brazos a todas horas porque es donde se encuentra más seguro. Todo esto unido a que por la noche lloran desconsolados sin motivo aparente e incluso con los ojos cerrados empiezan a berrear. En fin, que es una etapa muy pesada y encima no es de dos ni tres días sino que puede durar incluso meses, hasta seis he llegado a leer. Con lo que nos ponemos ya en los trece o catorce meses, cuando seguro que otro acontecimiento "alterador" afecta al comportamiento del peque.
Luego llegan las rabietas de los dos años, las pesadillas y terrores nocturnos, el comienzo del cole, la llegada de un hermanito, las vacaciones y cambios horarios, el trabajo de mami y papi....en fin, que es un no parar de preocupaciones que asumimos (con gusto) los padres y... quién no lo haga que no hubiera tenido niños. Y digo esto porque siempre te encuentras con los típicos padres que se quejan por lo que sea, aunque aseguran que los suyos duermen y comen de maravilla, pero que son unos trastos y no paran quietos...Faltaría más! y qué queréis si son niños, que estén sentaditos todo el día y no molesten ni para pedir agua!. Vamos, que quejarse de vicio no eh? que para eso estamos los que no descansamos ni de noche ni de día.
Y vosotr@s lectores...¿en qué etapa os encontráis con vuestros hijos? Contad vuestras experiencias que así enriquecemos el blog.
Esa etapa, dicen los expertos, es un momento en el que los bebés son conscientes de que son seres independientes de la madre y surgen los temores de que ésta les abandone, de ahí a que empiecen a extrañar a las personas que no conocen o ven a menudo y tornan su hasta entonces habitual sonrisa a un llanto o un puchero cada vez que alguien se les acerca más de la cuenta. Además, siguen a la madre con la vista allá donde va y le alza los brazos a todas horas porque es donde se encuentra más seguro. Todo esto unido a que por la noche lloran desconsolados sin motivo aparente e incluso con los ojos cerrados empiezan a berrear. En fin, que es una etapa muy pesada y encima no es de dos ni tres días sino que puede durar incluso meses, hasta seis he llegado a leer. Con lo que nos ponemos ya en los trece o catorce meses, cuando seguro que otro acontecimiento "alterador" afecta al comportamiento del peque.
Luego llegan las rabietas de los dos años, las pesadillas y terrores nocturnos, el comienzo del cole, la llegada de un hermanito, las vacaciones y cambios horarios, el trabajo de mami y papi....en fin, que es un no parar de preocupaciones que asumimos (con gusto) los padres y... quién no lo haga que no hubiera tenido niños. Y digo esto porque siempre te encuentras con los típicos padres que se quejan por lo que sea, aunque aseguran que los suyos duermen y comen de maravilla, pero que son unos trastos y no paran quietos...Faltaría más! y qué queréis si son niños, que estén sentaditos todo el día y no molesten ni para pedir agua!. Vamos, que quejarse de vicio no eh? que para eso estamos los que no descansamos ni de noche ni de día.
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