domingo, 22 de febrero de 2015

Paseos de invierno

Da igual que haga frío, que llueva, truene, nieve, que los niños tengan un poco de fiebre, que tú tengas mal cuerpo, que sea lunes, miércoles, fiesta...Con los niños hay que salir todos los días. Les enfundas en los abrigos, gorros, guantes, bufandas y buenas botas, coges un paraguas por si las moscas, tu gorro de agua por si solo chispea (es más cómodo para empujar a la vez el carrito con dos niños), el monedero para unas chuches si se ponen muy plastas y a la calle. "¿Dónde vamos?" , dice el mayor. "De paseo hijo, como siempre", le contestas muy natural. Y te dice:  "¡si está lloviendo!, ¿dónde vamos, a la calle del Sol? ". Esto último es porque en una ciudad pequeña como en la que nosotros vivimos, todos vamos a parar al mismo sitio cuando la opción del parque no es muy acertada si no quieres quedarte pajarito mientras esperas a que se cansen de montar en los columpios a pesar de tener la cara tiesa y las manos como escarcha. Pues eso, la calle del Sol es la más comercial, donde si te cae por sorpresa un chaparrón te puedes refugiar simulando que vas a comprar algo o simplemente a curiosear las perchas de las tiendas para pasar el rato. Y además de eso, es la calle que eligen la mayoría de conocidos que vivimos en el centro para "airear" a los niños con la esperanza de cansarlos y que caigan rendidos lo más pronto posible en la cama. 

Paseos arriba, paseos abajo, los niños ven luces, gente, compañeros del cole o la guarde, amigos de papá y mamá, abuelos, tíos, primos y así se van entreteniendo mientras los padres miramos el reloj cada dos por tres deseando que haya llegado la hora más cercana posible para el comienzo del ritual diario: cena, baño, cuento y a dormir. Y entre parada y parada con los viandantes conocidos siempre los mismos comentarios "Qué, a sacarles un rato a ver si se cansan, ¿no?, "qué frío hace hoy, pero da igual, había que salir porque estaban insoportables", "buff, mañana sábado, a ver qué hacemos toda la mañana con ellos en casa"...

Nunca he tenido mascota pero imagino que esa obligación de sacarles de paseo caiga la que caiga es similar a la que tienen los dueños de esos animalitos ( y que nadie se ofenda ni crea que estoy comparando un hijo con un perro, por favor). Los perros supongo que dan menos lata porque ni hay que bañarles, ni prepararles el bibe o la tortilla francesa según la edad, ni contarles un cuento antes de dormir, y eso los que tengan la suerte de DORMIR con todas las letras, que eso merece otra discusión que sin duda compartiré más de un día en este blog.

Pues lo dicho, que el aire puro viene muy bien. (Los pronósticos de hoy dan agua, pero os quiero ver en la calle del Sol)

¡Buen fin de semana y hasta la próxima!


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